En el otoño atardecer, cuan profundo tu ser se expira como el
viento, las lágrimas tocan tu mejilla, pensando que la vuelta de la
esquina ya no será jamas, las cenizas flamean, tizne nunca más, el
olvido se acerca, como la garua de este atardecer perpetuo de pasión y
misericordia a la vez, porque la soledad siempre estuvo, en el rincón de
este alma avergozada de amor, ese misterio de tu ser, sin entender al
parecer que viví para ti.
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